martes, 29 de septiembre de 2020

Marina Tsvietáieva - Cuatro poemas

 

Marina Tsvietáieva 


-

Más y más canciones 
hagan para mi cruz. 
Más y más anillos 
besen en mi mano. 
Y finalmente sucedió, 
el cielo tronó en invierno, 
el animal sintió piedad
y comenzó a hablar el mudo. 
¡El sol iluminó para mí - en la medianoche! 
¡Para mí al mediodía salió la estrella! 
Encima de mí las olas desplegaron 
una desgracia hermosa. 
¡Ante mí un muerto se levantó de las cenizas! 
¡Aguardo un juicio terrible! 
Con el bramido de las campanas 
los arcángeles me conducen hacia la horca. 

-

Yacen, escritas apresuradamente, 
cargadas de amargura y cariño. 
Entre un amor y otro, crucificados 
mi instante, mi hora, mi día, mi año, mi siglo. 
Escucho que en el mundo -hay tempestades, 
de nuevo brillan las lanzas e las amazonas. 
- ¡Y yo no puedo sostener la pluma! - Dos rosas 
consumieron la sangre de mi corazón. 

No puede navegar un barco para siempre, 
tampoco el ruiseñor cantar. 
Tantas veces quise vivir 
¡y tantas morir! 
Cansada de este juego, 
como del bingo en la infancia, 
me apartaré, 
feliz de no creer 
que existe un mundo mejor que éste. 

Hubo días en que eras 
como una madre para mí, 
podía llamarte en la noche, 
luz perturbada, luz insomne, 
luz de mis ojos en algunas noches. 
Bendita, acordate 
de los días sin atardeceres, 
de madre e hija, 
sin tardes ni ocasos. 
No vine para perturbarte, adiós, 
besaré sólo el borde de tu vestido 
y te miraré de frente, mi ojo en tu ojo, 
en la noche llena de besos. 
Habrá un día -en que moriré- y un día 
- en que morirás, 
un día - en que entenderé - y un día 
- en que comprenderás...
Y el perdón regresará 
a aquel irrevocable tiempo. 


De "Noche mía, rival mía" -traducción de Natalia Litvinova- (2017) 



Marina Tsvietáieva (1892-1941) fue una escritora rusa. Entre su obra poética podemos encontrar: Álbum de la tarde (1910), Linterna mágica (1912), De dos libros (1913), Leguas (1921), Fin de Casanova (1922), Psique (1923), etc. 



sábado, 26 de septiembre de 2020

Diego Roel - Ocho poemas

Diego Roel



Noche solar

ahora que nadie vive 
me renazco y vivo en mí 
    es posible 
ahora que amanece y anochece adentro de los círculos 

entonces giro y me llamo por mi nombre 
giro y me ato al potro de tortura de mi Padre
de mi Tótem de sangre de los altares del cielo 

estoy en Él 
en sus ojos livianos como guerras 
azules como estallidos de palomas

estoy en Él y Él en mí 

estoy en su abrazo en su frenesí 
en su vuelo de noche alta y solar



por eso digo: 
tengo los pies crucificados 
y soy las partes que mi nombre deja

soy mi grito en expansión 
la ansiada espera de mi Padre
de mi Madre envuelta en llamas de varón 

digo no digo me fragmento espero: 
todavía no hay tiempo en el Tiempo
todavía no me nazco

no me puedo matar tan vivo 

no puedo alzar los ojos en fusión de vírgenes voraces
no puedo pronunciar una palabra el nacimiento 
mi caída de espiral en espiral 

entonces digo: 
tengo los pies las manos los ojos 
crucificados por la extrema luz del mediodía

no me puedo matar tan vivo 

porque no tengo un techo una guarida 
un Padre Tótem que adorar o destruir 
y mientras me circundan 
las sombras de los oscuros ángeles del desasosiego 

no tengo un nombre propio todavía. 



De "Padre Tótem/ Oscuros umbrales de revelación" (2004)

-


Soy como la piedra en la tierra, 
como el fuego en la esfera del aire.

Ya no tengo carne en los huesos. 

Todas las olas pasaron sobre mí. 


-


Señor, salgo de todas las cosas para verte. 

-


La deidad habita en mi pecho: 
yo soy todos, yo soy nadie. 

Yo soy Jonás. 

Me acuesto sobre la Piedra del Exilio. 

-


Apoyo mis manos 
debajo de un círculo de pájaros. 

¿Cómo nombrar lo que se escapa, 
aquello que vuelve y recomienza? 


De "Dice Jonás" (2015)


Guimel

Cristo es en mi boca 
                               la última palabra. 

Ya vienen los caballos y los niños. 

Ya vienen mis hermanos, el mar y los tesoros del mar, 
la doble sombra y los espejos. 

Se acerca el barco de la Cruz. 

Ya vienen los caballos y los niños. 


Dios es siempre Uno en Tres


Dalet

El diente del sol se hundió en mi sangre. 

Las trenzas del cielo cayeron sobre mí. 

Yo hablo como hablan los ahogados: 
mi lengua es una lengua de ceniza. 

Yo hablo como hablan los que parten. 


Pronto vendrá la resurrección de los muertos 


De "Kadosh" (2018)


Invitación al Kremlin
(invierno de 1405)


El ícono de la Virgen de Vladimir 
me miró a los ojos y me dijo: 

«Búscame en el muro donde la tarde extiende su plumaje.

Estoy detrás de los estandartes de cola de caballo, 
debajo de las hojas y los frutos. 

Búscame en el aire, en las cenizas. 

Estoy arriba del puente de todos los ríos, 
encima de la huella de los lobos. 

Búscame en el arco donde la sangre se desata. 

Estoy bajo el ala de la noche.»


De "Andréi Rubliov" (2020)


Diego Roel nació en Temperley en 1980. En su obra poética podemos encontrar: Padre Tótem/ Oscuros umbrales de revelación (2004), Diario del insomnio (2005), Cuaderno del desierto (2007), Las variaciones del mundo (2010), Los jardines del aire (2012), Dice Jonás (2015), Vía Lucis (2015), Kyrios (2016), entre otros. Recientemente ganó el Premio Alegría con su libro inédito "Andréi Rubliov". 

martes, 22 de septiembre de 2020

Paul Éluard - Nueve poemas

 

Paul Eluard y Nusch

Traducción: Marcelo Ravoni

En dónde estaba yo

Se hace tarde el cielo abandona la pieza
Esta noche voy a vender mis cabras
Camino detrás de un rebaño
De claridades delicadas
Los árboles que me guían
Se detienen
No por eso son menos seguros 

Esta noche construiré una noche de excepción
La mía
Informe como el sol
Toda de lomas redondas bajo manos campesinas
Toda de perfección de olvido de mi mismo 

La bailarina inmóvil y el peso de sus piernas
Si yo fuera a besarla
Sus cómplices frívolas giran alrededor de alla
Ondean alto en las líneas de la araña de luces
Yo marcaré de negro piso y techo
De negro y de descanso de ausencia y de alegría
Entre párpado y palma la multitud del placer
Hasta en el sueño se mantiene íntegra 

Esta noche haré fuego en la nieve.

De "La vida inmediata" (1937)


Pez

Los peces, los nadadores, los barcos
Transforman el agua.
El agua es dulce y sólo se mueve
Por aquello que la toca. 

El pez avanza
como un dedo en un guante,
El nadador danza lento
Y la vela respira. 

Pero el agua dulce se mueve
Por aquello que la toca,
Por el pez, el nadador, la barca
Que lleva
Y que se lleva

Pata

El gato se instala en la noche para gritar,
Al aire libre, en la noche, el gato grita.
Y triste, a altura de hombre, escucha el hombre su grito.

De "El deber y la inquietud" (1917)


Sin rencor

Lágrimas de los ojos, los infortunios de los infortunados,
Infortunios sin interés y lágrimas sin color.
Él no pide nada, no es insensible,
Está triste en prisión y triste si está libre. 

Hace un muy triste tiempo, hace una noche negra
Sin lugar para un ciego. Los fuertes
Están sentados, los débiles tienen el poder
Y el rey está de pie y la reina sentada. 

Sonrisas y suspiros, injurias que se pudren
En bocas de mudos y ojos de cobardes.
No toquéis nada: ¡esto quema, esto arde!
Vuestras manos están hechas 
Para vuestros bolsillos y para vuestras frentes. 

*** 

Una sombra...
Todo el infortunio del mundo
Y encima mi amor
Como un animal desnudo.

De "Morir de no morir" (1924)

I

Conozco todos los sitios donde habita la paloma
Y el más natural de todos es la cabeza del hombre

VI

Dejaremos el reposo dejaremos el sueño
Atraparemos albas primaveras
Prepararemos días y estaciones
A la medida de nuestros sueños

XIV

La cordura cuelga del cielo raso.
Y su mirada cae de frente como una lámpara de cristal

XXIII

Vamos a colmar la inocencia
Con la fuerza que nos faltó
Durante tanto tiempo
Ya no estaremos nunca solos

De "El rostro de la paz" (1951)

Gritar

Aquí la acción se simplifica
He abatido el paisaje inexplicable de la mentira
He abatido los gestos sin luz y los días impotentes
He arrojado por encima de la tierra las frases leídas y oídas
Me pongo a gritar
Todos hablaban demasiado bajo hablaban y escribían
Demasiado bajo 

He extendido los límites del grito 

La acción se simplifica 

Porque le quito a la muerte esa visión sobre la vida
Que le daba su sitio delante mío 

Con un grito 

Han desaparecido tantas cosas
Que ya nada más desaparecerá
De lo que es digno de vivir 

Estoy seguro ahora que el verano
Canta bajo las puertas frías
Bajo opuestas armaduras
Arden en mí las estaciones
Las estaciones los hombres sus astros
Temblando de ser tan semejantes
Y mi grito desnudo sube un peldaño
De la inmensa escalera de la alegría 

Y este fuego desnudo que me entorpece
Me devuelve mi fuerza dura y suave 

Así se ve cómo madura un fruto
Quemado de frío helado de sudor
Se ve el sitio generoso
Donde sólo los soñadores duermen
Es bueno el tiempo gritemos más fuerte
Para que duerman mejor los soñadores
Envueltos en palabras
Que gobiernan el buen tiempo en mis ojos 

Estoy seguro que en todo momento
Hijo y antepasado de mis amores
De mi esperanza
La dicha brota de mi grito 

Para la búsqueda más alta
Un grito del que el mío sea eco.

De "El libro abierto - I" (1940)

Eugène Grindel, (Paul Éluard) Nació en 1895 en Saint-Denis y falleció en Charenton-le-Pont, 1952. Éluard es el poeta del surrealismo por excelencia y uno de los miembros más destacados del movimiento; su perfil se distinguía del de sus contemporáneos y destacaba con personalidad propia. Publicó El deber y la inquietud (1917), Poemas para la paz (1918), Les nécessités de la vie et les conséquences des rêves (1921), Morir por no morir (1924), Capital del dolor (1926), El amor, la poesía (1929), La vie inmediate (1932), La rose publique (1934), Les yeux fertiles (1936), Les hommes et leurs animaux, les animaux et leurs hommes (1937), Chanson complète (1939), Donner à voir (1939), Choix de poèmes (1941) y La Inmaculada Concepción (1930), ésta última escrita en colaboración con André Breton. Se afilió en 1942 al partido comunista y publicó varios textos de carácter poético en colaboración con la resistencia, uno de los cuales se convirtió en canto nacional. Publicó en esos años Poésie et vérité (1942), Dignes de vivre (1944) y Au rendez-vous allemand (1944). De manera póstuma se publicaron Lettres de jeunesse, avec poèmes inédits (1962) y Le poète et son ombre (1964).

sábado, 19 de septiembre de 2020

Jorge Smerling - Tres poemas

 Jorge Smerling




Llamado a las lavanderas


Aquí he vivido y aquí he muerto, 
oh lavanderas de sus propias fiebres. 
Aquí os dejo mis huesos, 
aquí para nacer sin pájaros en el húmero. 
Os afilo mis tobillos para ser lanza 
y mis codos para ser alquimia. 
Lavanderas de todo el mundo: 
busco aquellos trapos donde cedieron 
los ásperos indicios de la Tierra. 
Alcanzadme desordenado el esqueleto
que yo armaré mi propia vida. 
Oh lavanderas que ejecutan 
con mis hombros una lira en la mañana, 
devolvedme las cuerdas con que he apagado el sol, 
arrojad mis costillas hasta la boca de un ángel
y comprended: 
quiero subir por los acertijos de mis vértebra, 

quiero morir tantas veces como me lo pida el cuerpo. 



Llevo la melancolía de los astros 
vuelco mi cuerpo 
inclino mis ojos 

Sé de Dios lo suficiente



De "El circo natural" (1983)




Equilibrio en corazón para partir



            ten la sombra 
                       en 
equilibrio
                        que he 
partido 
mi corazón 
                   para que partas
con tu sombra
               espada
de ser dos y uno 
               ese 
haber vuelto como el 
mar a ver nos tan 
espuma del oleaje 
          y luz mayor 
                   oh sombra
         que me entierras
                    en su sombra 
                   oscura sombra
    del 

          dolor



 
De "Canción de bienvenida para un ángel en vuelo" (2016)


Jorge Smerling (1957-2014) fue un poeta argentino. En su obra podemos encontrar: Onirocrisis (1980), El vacío de la paloma (con Héctor Angeli y Miguel Viola en 1980) El circo natural (1982), Bombardeo de las siestas vecinas (1984), Canción para Viola (1986), Quásar (1989), Canción de adiós para un rey oscuro (1993), Mosca de cuerno (1993), Canción para una fotografía de ausencia (1995), Misa por los árboles (1998). 








martes, 15 de septiembre de 2020

Raúl Zurita - Cuatro poemas

Dante: la muerte de Dios y de la poesía. Entrevista a Raúl Zurita. - La  Pollera
Raúl Zurita 




Todo ha sido consumado


Hay un barco en el medio del desierto. Nadie 
diría que esto puede ser, pero hay un barco 
herrumbroso y negro reclinado en el desierto. 


5

El puerto reseco grita, el mar de piedras grita azotado 
por el viento. Mireya le pone flores a la tripulación 
de un barco herrumbroso y negro. Cada flor tiene 
un nombre y se doblan al unísono como pañuelos 
despidiéndolo. Mireya dice que hay un barco de 
desaparecidos arrumbando en el desierto. Dice que el 
barco es Chile, que una vez fue un barco de vivos, 
pero ahora surca el mar de piedras con sus hijos
muertos. 
Las flores se doblan. Oleadas y oleadas de piedras 
chocan contra los bordes de un casco herrumbroso. 
Hay un puerto reseco y un barco con una tripulación 
de muertos encallado en el desierto. Mireya dice que 
son sus hijos. El mar de piedras grita. 
Chile naufraga en el pedrerío reseco de las olas. 


 

No habrá nada


No habrá nada. Ningún sueño en el sueño 
ni en la muerte, sólo tu amor arrojándose 
por la borda como si las olas de un océano 
desconocido te llamaran. 
No habrá un muro, sólo el duro borde del 
hielo y un dios sin perdón sepultado en 
los témpanos. 
No habrá nombres. Tampoco un nombre 
para tu nombre ni tu vida. Barcos usados 
como jaulas de hombres congelados en la 
bahía, en fin, tipos mandados al matadero 
por nada. 
Nada ni nadie será el alba. 
No habrá sumas ni oraciones ni túmulos, 
solo el gasto inútil de irse entre gritos,
otros hombres golpearán a otros hombres y será igual. Reaparecerás en los glaciares. 


El país del hielo IV

Carnes congeladas colgando en los 
frigoríficos, hombres, torsos, caras, 
muecas... 
Colgadas de los ganchos igual que 
animales antes de ser despostados; 
las vetas blancas de la grasa como 
nubes contra el rojo de la carne, el 
cuello trunco, los muñones de las 
patas, las formas casi humanas de 
las reses. 
Y al final el Infierno: bodegas de 
barcos tiradas sobre los témpanos 
Tiradas en el hielo   igual que destripadas panzas   las 
carcasas del Lebu y del Maipo se iban borrando bajo la helada 
Allí donde los glaciares se abren y es como un cuchillo 
la noche hundiendo su filo entre los témpanos aguzada 
dura   partiendo las congeladas olas 
Recortando los desmantelados cargueros   las reventadas 
bodegas   las jaulas de hombres del Maipo y del Lebu 
despanzurradas sobre los glaciares Cuando se escarchó 
la noche y los solidificados murallones del Pacífico se 
estrecharon allí donde es una nevada el mar y el otro mar 
asesinado nos mira   infinito   congelado  cubriéndonos

 

De "Zurita" (2007)  



Raúl Zurita es un poeta chileno. En su obra poética podemos encontrar: Anteparaíso (1982), Purgatorio (1979), INRI (2003), Zurita (2007), Un mar de piedras (2018), Las ciudades de agua (2007), Canto a su amor desaparecido (1985), El día más blanco (1999), Cuadernos de guerra (2009), Tu vida rompiéndose (2015), Verás cielos en fuga (2019), entre otros. Ganador del Premio Nacional de Literatura 2000, Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2016 y del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2020. 

sábado, 12 de septiembre de 2020

Olivia Milberg - Cinco poemas

Olivia Milberg

 


No hay quietud en el agua, ni en la calma.
Los lobos marinos mueren en el mar,
las olas los traen a la orilla. Verlos pudrirse
nos da pena o asco. Sombras de empatía, sombras de amor.
La descomposición es una forma de movimiento.
El águila embalsamada en la cantina
se nos aparece, en pesadillas, como un monstruo. 
 
 
 **  
                                       
Iemanjá nos besa con saliva encendida de sales.
Para merecer su fauna y su flora le ofrendamos
collares y anillos, tabaco, chocolate, caña, barba de piedra.
En febrero la ofrenda entra al mar
en barcas que hacemos con cajones de verdura.
Las pintamos de azul igual que las ventanas
y las puertas de nuestras casas.
 
**
 
Las toninas se hincharon, se volvieron rosadas,
la carne del hocico desapareció primero,
quedó a la vista un hueso fino como un pico.
Las vi convertirse en pájaros nuevos, dormidos en la arena.
Y abrí la boca para conocerme la voz.
 
**
 
Vivo adentro del lobo.
Adentro y afuera del lobo.
El vértigo me mantiene
unida a las lunas
como una telaraña
que se tensa, se vence, se tensa.
 
De “Lobo de mar” (2019)
 
La sanjuanina
 
Descansa en su reposera
deshilachada
sobre la calle Ipiranga.
Tiene las manos enrojecidas
de agua fría y jabón en polvo.
Al rayo del sol su piel
es tierra pálida, rajada
la carne de los pies
desborda las chancletas
con el mismo gesto brutal
que tiene la naturaleza cuando crece
sobre edificios abandonados.
 
Ahora chumba un perro y la despierta
abre los ojos, dos semillas doradas de chañar
se desentierran
 
Olivia Milberg (Buenos Aires, 1992). Estudia Artes de la Escritura en la UNA. Fue premiada por La Bienal de arte joven de Buenos Aires por Chile.  Algunos de sus poemas fueron publicados en LADO TIERRA (no es como una rubia en el avión, 2018), en la antología de poetas jóvenes Celofán 2 (La carretilla roja, 2019) y en la revista Hablar de Poesía #39 (Audisea, 2019). Publicó Lobo de mar (Añosluz, 2019). En ese año recibió mención en el Concurso del Fondo Nacional de las Artes, en la categoría poesía.

 

martes, 8 de septiembre de 2020

María Meleck Vivanco - Seis poemas

 

María Meleck Vivanco


La desterrada


Vengo desde el no aire Del no vacío eterno Voy a decir mi
cuerpo Voy a decir mi larva minúscula en el cosmos Bajo
el ombligo amargo de la tierra me esperan con mi libro de tristes preguntas y de besos
De oscuridad me parto en granada y en rosa De ciénaga me
salvo con un rayo de luna Vengo contando huérfanos descalzos que atesoro desde un hambre afilado que todos compartimos
Traigo los colmenares que doró el horizonte Los pájaros del
alba que perforan el viento En túneles de fresnos se extravían
mis pasos Resbalo por andenes de lumbre derretida
¡Oh qué olvido! ¡Qué olvido más árido y extraño!
Me lleva por su nada, me trae por su río, con mi esqueleto
ardiente doblado sobre un páramo
Vengo escudada en flores Preguntando desnuda Y al mar
vuelco otro mar de medusas intrépidas


La muerte de una flor ( Vietnam)

En cada primavera que baja por la boca, está la muerte intacta
detrás de sus colores Nombro la muerte niña y todavía oscura, desafiando el furor de setiembre en la hoguera
Tú eres el hombre trémulo que resiste a la ausencia; a esa piedra que dura con la misma rutina A sus yemas de fuego que
devuelven las balas pasando como un trueno por huecos tamarindos
Tú eres el hombre trémulo que enarbola su muerte, que pisa
sobre larvas llovidas de sus ojos El hombre enamorado que
muere de metralla en las castas vitrinas de nuestro mundo impávido
Y la muerte en su boca siembra su sol opaco Y ha roto surtidores de luz como entre sueños Escoltada de péndulos y
de antracitas vírgenes, va eternamente lúcida con su ardido
caballo
La muerte de una flor es la muerte increíble Muchachas y
muchachos son flores desarmadas
El ángel que los guarda abre y cierra corolas, en sus nichos
brillantes perdidos en el mar


Últimas señales


Guijarros de la nada por ti reconocidos ¿Es que vas a dejarnos la llave de la vida? ¿O a descubrir acaso las trampas de
ceniza que la muerte prepara?
Te esperan los albatros cada cual con su grito Un recuerdo
de gemas de lágrimas doradas que en la costa nocturna abandonan sus cantos
Te llamo desde el Este En esta ciudadela del sol
En este farallón del océano Con los ruidos del mar te he
preparado un círculo de alto horizonte azul que es amor sin
violencia
Yo te invoco de luz Con los reflejos últimos que blanquean
los páramos Con las señales últimas que te hagan descifrable
De noche las gaviotas se eternizan y callan
Te pregunto obstinada desde dónde nos llegas? Dónde flameas tú? en qué ebria galaxia? Desde dónde nos viene este
gusto a tormenta y en que luna lejana remansas tus diamantes? No sientes el deleite de dejarte caer feliz sobre la tierra?
Tus hipocampos de oro tus flores tus neblinas te reconocerían
en las hojas dormidas del otoño mojado?
Allí desde el vacío Ese sol que maneja los discos del infierno
Te reconocería?
Mensajero del éter Tú que viajas desnudo Tú que nos incorporas de pie sobre tus cirios Es que vas a dejarnos la llave
de la vida? O a descubrir acaso las trampas de ceniza que la
muerte prepara?
En su oscuro temblor, mi sangre se desvela

De "Plaza Prohibida" (1975)

13. Permitidme los tactos que suavicen el alarido
de la realidad

Un grito que conmueve de pánico las hojas del manzano
Eriza los cabellos y desvía al mensajero de
sangrientas
magnolias
Caen las visiones en esta identidad tan brumosa de cacerías
y villanos Tan responsable en su desdén y al mismo tiempo
aliado que se inventó el infierno
Ahora relampaguea vidrio en los ojos del gato Y volteretas
crueles amenguan las caravanas en ascenso Al amparo de
Dios Supera el diapasón su minutero anticipado
Mucha
audiencia de sombras Mucha memoria hacia el combate
Mucha dentellada extraña
Somos los extranjeros Pianistas obsesos al fondo del jardín
que miramos la serpiente en cada mano Y el patrullaje de la
fruta escondida Nuestra médula tiembla Se exilia de la
guerra anticipada Se controla como un cisne de lomo iridiscente
Como un ojo impiadoso entre las uvas Aprendo al servicio de la
tristeza en un azulado país Sus infinitas raíces me lloran y alejan
mi nombre verdadero
Estamos sitiados por el desquicio y la impunidad de los
verdugos Veo la resaca del mar que va y viene en una hélice violenta
En un cañamazo de atormentados colores
Ruanda lapidada en su refugio de piedra hereje
Ruanda
cumplida de morir vertiginosa
Y un chorro de aceite hirviendo cae sobre las palomas de
África Que antaño izaran las voladuras del corazón


6. Carne mía He aprendido de ti Arcoiris que transfiguras
la muerte


Diezmando el ruiseñor Mis pies revolotean el pan de muerte
Labro la desventura con orquídeas que alternan los ventiluces
de la selva Los presagios del mar y el abismo satélite que
aprendió del asombro
Como una tigresa en su cubil que se va desnudando hacia las
flores Ruanda no se separa de mi vida mirándome
Ahora
que su piel se lava con la furia Y ruedan las metrallas como
copos de muerte
Mi pan de muerte suyo Mi toga funeraria Mi armadura inservible
que junta mariposas


17. Así cayeron los plantíos a mis pies Con su
agua verdísima de
mil ojos corruptos

La naciente luz ha vacilado en el peligro Ya todo
lo efímero detrás del día se diluye Como el perfume del limón
Es Ruanda fluctuante Un retrato cubierto de espinas
y milagros La enamora su juego Contra la marea de
las rosas El trozo de metal que enmudece la tierra
Vedada nos está la alegría Sus mares constelados
Pues la misma sal golpea una y mil veces en una ola
de urgencia sin sentido Los pericotes han
descubierto la raíz Y está escrito que se apareen
debajo de los árboles Y que sus pactos se cumplan a
destiempo Porque los dioses han permanecido en sus
imperios Donde las formas son maravillosas
Vedada nos está la vigilia Con párpados abiertos en
el profundo sueño Ojos predestinados a reinar
Leños que consumen sus brasas fuera de las bengalas
Y cuchillos de condenación que lastiman a ciegas
Cómo han podido despertar sin esa isla Sin ese
centinela de endemoniados y vírgenes Sin esa
beatitud en medio del incendio Y los visillos
violetas Flotando en ceremonias de la guerra
Vedada nos está la eternidad Su espejo siempre
empañado de repetir los mismos rostros Su cábala que
tiene en mérito la oscuridad Los transhumantes
enanos del hechizo Las pobres apariencias que se derrumban

 

Fiel a su espanto Ruanda ha disparado al corazón
Infinitamente silenciosa

De "Canciones para Ruanda" (1998)


María Meleck Vivanco (1921-2010) nació en Córdoba (Valle de San Javier, de Traslasierra).  Integró el grupo de surrealismo argentino del que formaban parte Aldo Pellegrini, Enrique Molina, Telo Castiñeira de Dios, Olga Orozco, Francisco Madariaga, con los que compartió vida y poesía. Parte de su obra ha sido traducida al Italiano y al Portugués. 

Ha recibido los premios: “Libro de Oro”, Lima, (Perú), 1956; Segundo Premio “Municipal de la Ciudad de Buenos Aires”, 1978; Primer Premio “Fundación Argentina para la Poesía” (colección de poetas contemporáneos), Buenos Aires, 1988; Premio “Edición” del Fondo Nacional de Las Artes”, Buenos Aires, 1991; Nominación por Argentina en “UNICEF” de Nueva York (U.S.A.), 1996; Premio “Universidad de Letras” de La Habana (Cuba), 1997. 


 


sábado, 5 de septiembre de 2020

Laura García del Castaño - Cinco poemas

Laura García del Castaño – añosluz editora – hacemos libros
Laura García del Castaño 

 


El tiburón que viene tras tu bello pie


la pitón que regurgita un perro grande hermoso 
el gato que duerme a los pies 
el pájaro que pende sin sol para erguirse 
esperan porvenir 
Los leones a cada lado en la entrada del sueño 
La peruana que estira el pimiento cuando pasas
el muro de los diques 
espera porvenir 
y es un tiburón que viene tras tu bello pie 
lo rojo afligido 
lo rojo ausente
el vivo que levanta una pared hasta el odio 
el muerto que bebe de tu vida transparente y fresca 
el mesías que eliges para el desierto 
es porvenir 
Mientras tanto reímos camino al cementerio 
en medio de la confabulación reímos 
ante los remos pasados de la compasión 
sangrando la cara al sol 
a falta de tartamudez y marca paso 
reímos 
mirando cortos de torture porn 
injertando cactus anaranjados y exóticos 
reímos 
(enjuagando puñales 
hasta desfallecer 
Cuando al fin el porvenir llega
estamos desorientados y exhaustos 
intoxicados de la alergia y el pánico 
picoteando en la jaula la caliza del mutismo 
calcando sobre la mesa el dibujo de un cordero 
ese antiguo disfraz

su vigente engaño 


Así ha sido toda la vida

así es ahora 
un día arrojado para voltear a un hombre 
y a ti sólo para despeinarte 
Luces un espléndido rasguño sobre el rostro 
Otro luce un corazón de hierro 
Una bondad ortopédica 
un tubo de oxígeno, 
un ojo de vidrio, la calvicie de una peste 
el áspero talón de quien anda por el monte 
el cayo de la música 
el titilar de un párpado vencido por la máquina febril 
la espalda tirante de cargar lo contrario 
o tan sólo el moretón 
que descubres vistiéndote
y cuyo golpe desconoces 
Pero hay quienes no lucen nada
Ni curvatura en la sombra 
ni polvo entre los dientes
ni cabellos que se parten al mínimo roce. 
Ellos exprimen la fruta sin volcar una gota
Hacen el amor ciñendo los cuerpos 
Exigen castigo con la mano del delito 
Andan pálidos, súbitos, a sangre fría 
Sin prender ningún fuego, sin sonidos de motor, sin sudor, 
muertos de quietud, de escepticismo. 
De "Sangre del día" (2018)

El sabor de lo deshecho

ahora que vacilamos 
como dos trozos de madera en el mar 
el oleaje nos distancia 
a una medida en la que podemos sentir 
la resignación 
una fuerza de tempestad mayor 
a nosotros mismos 
la respiración del destino 
que nos quiebra 
algo insiste entre nosotros 
y con esa ansiedad 
alimenta este muerto 
porque lo perecedero se impregna mejor 
en el vacío 
lo sabemos nosotros y ese perro callejero 
que desgarra 
el sabor de lo deshecho

 

No laves tu herida


Yo también soy zahorí 
de la estirpe que busca 
en las plumas del pájaro la levedad del agua. 
Mar Benegas
mejor háztela lamer por una perra en celo
háztela calcar y luego arroja el dibujo 
el agua es conductor de lo que vuelve 
tiene memoria de elefante
jamás se irá con ella, no se irá 
tendrá la apariencia de lo que sigue brillando 
un hámster hospedando al lobo 
atacando a quien lo domestica
porque el agua parece doméstica
tiene la paz del raro que no auxilia 
el espejo donde todo animal 
se enfrenta y se reconcilia 
por eso háztela lamer por una perra en celo 
háztela calcar y luego arroja el dibujo 
no conviertas tu herida en un tatuaje 
no le escribas ni la rayes 
no taches en ella los días del ausente 
no la laves, no la interrogues 
no te conviertas en tu herida 
cántale, bien fuerte, como una zahorí
ponle una lámpara 
la luz de la escritura 
caliéntala para que abrace el silencio 
lo que se va con el agua regresa en otra sed
y es como un insecto cuando ruge 
y no miente 
que viene por tu sangre
De "Los demonios del mar" (2015)

Discovery Channel


Hoy tomé el té 
Miré crecer la mañana 
desovillé sus filamentos más profundos 
Cambié la tierra del potus 
guardé su raíz en una bolsa 
Me bañé despacio 
repasando las marcas de una vieja insolación 
Sintonicé en la radio a Billie Holiday 
pero se mezclaba con los salmos de una iglesia 
¿Cuántas veces dijiste de cambiar la antena por otra de cobre? 
Te hice de comer 
pensando en algo que no le cayera mal a tu estómago 
esa bestia vacía, indiferente 
Separé el coliflor 
como se separa Fiyi en islotes pequeños 
Comimos despacio como digiriendo un dialecto 
una fruta tardía 
Cuanto más rápido el proyectil más resistencia encuentra 
dijeron ayer en el Discovery 
Hablaron de las flechas, de las balas y del cubo de arena 
Luego del derrumbe de un edificio en Bangladesh 
me arrancó toda la tarde 
El tele que me regalaste 
me obliga a pensar demasiado 
Viste cómo para cada ser las cosas cambian 
cómo en Bangladesh el aire es un derrumbe 
para los peces un puñal 
y para mí esta pantalla diferida, inteligente
Por eso he comenzado a pensar en vos 
en el derrumbe sincronizado 
en la incapacidad de las balas para traspasar cubos de arena 
en cómo separar lo tardío en islotes pequeños 
y en ese pez que se saca fuera del agua 
para dejarlo allí 
a merced del polvo.
De "El sueño de Sara Singer" (2014) 



Laura García del Castaño, nació en Córdoba en 1979. Ha publicado ocho libros de poesía de los cuales rescata la mitad: El Grito (2004), La vida en que sueñas (2012), El animal no domesticado (2014), El sueño de Sara Singer (2014, reeditado en 2017), Los demonios del mar (2015) y Sangre del día (2018). Publica en el blog: www.lapalabrasembrada.blogspot.com  

martes, 1 de septiembre de 2020

Oliverio Girondo - Tres poemas

Siete poemas ingeniosos de Oliverio Girondo | Ministerio de Cultura
Oliverio Girondo

 


Al gravitar rotando


En la sed
en el ser
en las psiquis
en las equis
en las exquisitísicas respuestas
en los enlunamientos 
en lo erecto por los excesos lesos del erofrote 
         etcétera 
o en el bisueño exhausto del "dame toma date
hasta el mismo testuz de tu tan gana" 
en la no fe que rumia 
en lo vivisecante los cateos anímicos la metafisirrata 
        en los resumiduendes del egogorgo cósmico 
en todo gesto injerto 
en toda forma hundido polimellado adrroto a ras
       afaz subrripio cocopleonasmo exotro 
sin lar ni can sin cala sin camastro sin coca sin 
      historia 
endosorbienglutido
por los engendros móviles del gravitar rotando bajo 
          el prurito astrífero 
junto a las musaslianas chupaporos pulposas y los no 
      menos pólipos hijos del hipo lutio 
voluntarios del miasma 
reconculcado 
opreso entre hueros jamases y garfios de 
     escarmiento. 



Destino



Y para acá o allá 
y desde aquí otra vez
y vuelta a ir de vuelta y sin aliento 
y el principio o término del precipicio íntimo 
hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste
      a aquello o de lo opuesto
y rueda que te roe hasta el encuentro 
y aquí tampoco está 
y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido
        asqueado 
por vivir entre huesos 
o del perpetuo estéril desencuentro 
a lo demás 
de más 
o al recomienzo espeso de cerdos contratiempos y 
       destiempos 
cuando no al burdo sino de algún complejo 
        herniado en pleno vuelo
cálido o helado
y vuelta y vuelta
a tanta terca tuerca
para entregarse entero o de tres cuartos 
harto ya de mitades
y de cuartos 
al entrevero exhausto de los lechos deshechos 
o darse noche y día sin descanso contra todos los 
          nervios del misterio 
del más allá 
de acá
mientras se rota quedo ante el fugaz aspecto 
        sempiterno de lo aparente o lo supuesto 
y vuelta y vuelta hundido hasta el pescuezo 
con todos los sentidos sin sentido 
en el sofocatedio 
con uñas y con piensos y pellejo
y porque sí nomás


De "En la masmédula" (1954)



Paisaje Bretón



Douarnenez, 
en un golpe de cubilete, 
empantana
entre sus casas como dados, 
un pedazo de mar, 
con un olor a sexo que desmaya. 

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas! 
¡Tabernas que cantan con una voz de orangután! 

Sobre los muelles, 
mercurizados por la pesca, 
marineros que se agarran de los brazos
para aprender a caminar, 
y van a estrellarse
con un envión de ola
en las paredes; 
mujeres salobres, 
enyodadas, 
de ojos acuáticos, de cabelleras de alga, 
que repasan las redes colgadas de los techos
como velos nupciales. 


En el campanario de la iglesia, 
en un escamoteo de prestidigitación, 
saca de su campana 
una bandada de palomas. 


Mientras las viejecitas, 
con sus gorritos de dormir, 
entran a la nave 
para emborracharse de oraciones, 
y para que el silencio 
deje de roer por un instante
las narices de piedra de los santos.


    

De "20 poemas para ser leídos en el tranvía" (1922)



Oliverio Girondo (1891-1967) fue un poeta argentino. En su obra poética podemos encontrar: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), Calcomanías (1925), Espantapájaros (1932), Persuasión de los días (1942), Campo nuestro (1946) y En la masmédula (1954). 

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