sábado, 7 de noviembre de 2020

Priscilla Vallone - Cinco poemas

 

Priscila Vallone


                    Despertar
                    con la sangre
                    hecha neblina.
                    Ir por los días apenas,
                    levitando.

                    Algunas veces
                    es más difícil
                    empujar
                    y hacerse espacio
                    en la finísima existencia,
                    antes que dejarse evaporar
                    frágilmente en el instante.

                    Todo lo que siento
                    se hace un nudo
                    que ovilla un ruido blanco
                    que anestesia los días

                    Todo lo que recuerdo
                    desaparece tenue
                    en el horizonte
                    del mar que llevo a cuestas

                    Los pájaros sobrevuelan
                    cada instante
                    en que muere la ola

                    Sostener
                    una de sus plumas
                    duele lo mismo
                    que sostener
                    la mirada
                    de un cuerpo
                    deshabitado

                    Un cuerpo
                    que se desliza
                    hasta la orilla
                    más cercana
                    de todo el espacio
                    que no pudo ocupar

                    Volar
                    es a veces
                    tan liviano
                    como no tener
                    hacia dónde ir

                    Despierto
                    como un vapor
                    que flota
                    sobre el agua

                    Observo
                    mi piel
                    volverse
                    transparente
                    hasta irse
                    de mis manos

**

Creo que estoy herida y mis sombras y mis pasos
Creo que duelo en lo alto del canto de los pájaros
Creo que mis ramas se quiebran y caen y luego las junto y las tiro al lago
Creo en la piel tibia y morada de los frutos y de los cuerpos alados
Creo que mi mandíbula está rota porque aún sostiene la fuerza del mundo
Creo que estoy herida y mi amor y mis huesos retumban
Creo que me he quedado sin lágrimas y ahora solo un fulgor ardiente entre las branquias
Creo que la belleza del mundo es una llama sola en lo alto de la montaña
Creo que puedo reunir los cuerpos y hacer de la piel un momento sin sombra
Creo que puedo habitar mis pasos y hacer de la herida una llama sola
Creo que puedo juntar mis huesos y hacer una casa
Creo que estoy creciendo y mi cicatriz tiene alas


** 

Sigo buscando coordenadas. De todos los días que tengo algunos se transforman en hendiduras del tiempo. Reinvento un punto exacto de existencia en que coinciden todos nuestros posibles deseos. Todo parece un latir involuntario mientras me hago un té y lo cálido me traspasa como una transparencia en otro eje lejano. A veces me pierdo y percibo por lo bajo. Como si pudiera observarme detrás de la carne y encontrarme con la que pude y la que seré. De todos los días que tengo algunos parecen susurros constantes erizando la piel. Una necesidad tácita manifestándose en la quietud. A veces una brújula que marca el camino que no fue. El frío que llevo dentro el sol del domingo el mar en los pies/ tus ojos haciéndose ola cuando cae la noche y entre destellos tenues nublándose en las pestañas casi siento que te vuelvo a ver. Todos los fantasmas que tengo hacen la carne de mis días. Sigo buscando coordenadas. Trazo líneas imprecisas de lado a lado en la oscuridad. Creo con todo latido en cualquier lugar en donde estés.

Me invento un espacio 

donde volver a ser)

**

Te cuento un cuento sobre _________ (inserte qué)

A mi mamá
A mi pai
A mí

Cuando se queda sola, llora. Comienza su llanto como quien empieza a cantar una canción. Moja los panes sobre la mesa hasta que la miga se deshace y se desparrama. Moja el café. Le caen quince o veinte lágrimas haciendo dibujos en la espuma. Por la mañana tiene el llanto blando, recién despierto. Un llanto niño que recién llega a este mundo denso, pesado. Por las tardes camina hacia algún horizonte. Cuando le da el sol en la cara otra vez llora. Por las tardes es un llanto memorioso, hecho de recuerdo fugaz, de anhelo. Un llanto de imágenes que deben protegerse del olvido. Fotografías acuosas de una infancia breve. Tiene los ojos como puente necesario de este llanto en el mundo. En toda vez el llanto termina por hacerse finito, un hilo de sal, gotera, hasta transparentarse con el resto de la vida y dejar sólo su huella seca, su recorrido por la piel, el impulso de la caída. Cuanto más quiere posponerlo o alejarlo, con más fuerza de río aparece después. El llanto es indomable. Inevitable. Hay días que no se deja y anda como nube cargada buscando dónde. Tanto que a veces germina hojas en sus bordes. Cuando es de noche, se vuelve huracán. Aparece de repente y moja las hojas, los libros, los hilos de tinta queriendo decir algo. Gotea sobre las manos que se ahuecan para juntar laguna como si fueran charquitos bajo la lluvia. Llorando se baña para olvidar que está llorando. Para que gota por gota se confundan con otras gotas. Pero la lágrima es siempre más tibia, más precisa, más propia. A veces amanece mojada. Se toca el rostro de lágrima árida para sacar cuentas de cuánto se llora dormida. Yo la miro llorar hasta que parece que se evapora. Prepara la yerba. Se seca por dentro. Y ríe -un poco- mientras mira llover por la ventana

                    como si mirara su reflejo en un espejo.

**

                    Esperas en el borde del agua
                    mirando una estrella fija
                    como si alguna noche
                    de repente
                    se te viniera encima

                    Hay un tiempo
                    en el adentro
                    que te divide el cuerpo
                    en todos los fragmentos
                    que pudiste
                    o que dejaste

                    La piel se enfría
                    en un rango
                    de setecientos once
                    pensamientos
                    por oleaje

                    Mientras calculas
                    la distancia
                    que hay
                    entre tu mirada fija
                    y el cielo
                    que se cae

                    Los minutos
                    en que el agua
                    alcanza el borde
                    y te vuelve orilla

                    Los fragmentos
                    en que el cuerpo
                    deviene cálculo
                    de cicatriz cúbica
                    por piel al cuadrado

                    Cuánto tiempo
                    hace falta
                    para hacer
                    una mirada

                    Cuántas
                    noches
                    hacen falta

                    para que
                    un sólo
                    pensamiento
                    valga


Inéditos

Priscila Vallone nació en 1993 en Santa Fe pero en 1995 se muda a Río Grande, Tierra del Fuego. E Ha coreografiado y dirigido tres obras de Expresión Corporal danza: Yuxta (2014), Tornasol (2014) e Hibridar (2015). Tiene publicados dos poemarios independientes artesanales (Pez, 2010 y Vidita, 2015), un poemario en versión digital (Pez de tierra, 2013), diversas publicaciones en antologías y medios digitales tanto nacionales como internacionales, y ha participado de varios encuentros literarios en diferentes puntos del país. Actualmente se desempeña activamente como gestora cultural, expositora, fotógrafa, coreógrafa y escritora.

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