José Watanabe
La tormenta
En la cerrazón de la tormentasólo veía sus espaldas como sombraen el centro de la pequeña canoa.Sabía que te protegía de la lluviauna vieja capucha azul.El aburrido ruido del motorno nos alejaba del inmenso hervideroen que se había convertido el lago.La tormentanos había puesto en la mano de un dios enfurecido.Pero casi estábamos dichosos cuando un relámpagoiluminó los grandes árboles de la orilla del lagoy vimos ramas de oro y plata instantáneos.Entonces volteaste y alargaste tu mano hacia mí:también te dio miedo la súbita oferta de fulgurary desaparecer.
Orgasmo
¿Me dejará la muertegritarcomo ahora?
La sangre
Los médicos escuchan con el estetoscopioel paso rumoroso de nuestra sangre, lo escuchancomo una revelación que nunca comparten, no dicencon alegría: tu sangre no ha huidoLa sangre puede huir. Los órganos están fijos,palpitando en su profunda oquedad, pero la sangrepuede salir de su límite, franquear la piel y saltaral mundo.Si la sangre huye sabrá remontar colinasasí como se extiende abundante y silenciosapor el hígado, sabrá fluir por los arcos de los puentesasí como avanza por las esclusas del corazón,sabrá pasar bajo las raíces enmarañadas de los saucesasí como pasa entre la arboladura de los pulmones.La sangre puede inundar todos los paisajes.La sangre de los asesinados va delante de nosotrosy vibracomo un horizonte infame.
De "Banderas detrás de la niebla" (2006)
Informe para mi hermano muerto en la infancia
Ahora no hay a lugar a la discusión ni defensa.La peste tenía su oficio.Fue duro verte rodar como una semilla.Yo sobrevivo entre los muertos.Caminamos por los pasillos como en esas silenciosas y vastas posadas.Respiramos el deseo de huir sin cancelar la cuenta.Papá escanció su último aire sobre nosotros.Me acompaña una muchacha parecida a una fuente.Nos alimenta una licuadora.Ya empieza el verano.Te ves con papá?En general, me he vuelto un poco indiferente.A veces pesa mucho el silencio de los cipreses y los muertos.
Cine mudo
Mirando el amor,tendido en los pastos,si cierras un ojo tendrás una estampa china.Dónde está China?Mi madre tenía una ventana y no pudo ver China.La maquina 7 ha pasado por el cielo diciendo adiós.Pasó un manicero vendiendo maní. Adiós.No era un manicero: desconfía de las nubes que arrojan maní:Ha bajado un caballoy en el cielo la yegua espera acostada diciendo amor.Está pasando un entierro,el muerto quería ir caminandopero que comprenda que comprenda le dijeron.Le dijeron que la huelga continuaba ante la tropa y la bala.Adiós. Último adiós. Adiós levantando un manojo de pasto.Cómo te llamas? No quiere hablar.Como mi madre cuando mira por su ventana.No tengas miedo. En tu memorialas yeguas han postergado su boda de blanco.Ellos están esperando noticiasy hermoso es el oficio de cartero bajo la tierra.Son blancas las calles bajo la tierra?Saluda a mi hermano,que levanté el manojo de pasto, así le dices.
De "Álbum de familia" (1971)
El anónimo (alguien, antes de Newton)
Desde la cornisa de la montañadejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,una acción ociosade cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.Mientras la piedra cae libre y limpia en el airesiento confusamente que la piedra no caesino que baja convocada por la tierra, llamadapor un poder invisible e inevitable.Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbuceay no pronuncia nada.La revelación, el principio,fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismosy todavía es innombrable.Yo me contento con haberlo entrevisto.No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.Algún día otro hombre, subido en esta montañao en otra,dirá más, y con precisión.Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.
Mi ojo tiene sus razones
Creo que mi ojo tiene un arbitrario criterio de selección.Obviamente hubo más paisaje alrededor,imposible que sólo fuéramos ella y yo en el rompeolas.Soy de repeticiones, como todos. Entonces puedo suponer quesi hubo nieblale dije: botes en la bruma pueden ser sólo reflejos, espejismos,y le mencioné el antiguo haiku de Hurami:"Entre la nieblatoco el esfumado bote.Luego me embarco"Si hubo solle tomé fotografías con el hueco de la mano y acaso la azorédiciéndole: posa con los senos hacia el viento.Si pasaron gaviotas y ella las admiró, le recordéque eran aves carniceras y que únicamente su feo canto es honesto.Mi ojo todo lo veía, no descartaba nada.Entramos en el mar por el rompeolas de rocas cortadas.Sobre una roca saliente ella recogió su falday deslizó sus pies hacia el agua.Sus muslos desnudos hallaron comodidad en la piedra.Era particularmente raroel contraste de su muslo blanco contra la roca gris:su muslo era viviente como un animal dormido en el invierno,la roca era demasiado corpórea y definitiva.Hubiera querido inscribir mi poema en todo el paisaje,pero mi ojo, arbitrariamente, lo ha excluidoy sólo vuelve con obsesiva precisióna aquel bello y extremo problema de texturas:el muslocontra la roca.
De "El huso de la palabra" (1989)
José Watanabe (1946-2007) fue un poeta y dramaturgo peruano. En su obra poética podemos encontrar: Álbum de familia (1971), El huso de la palabra (1989), Historia natural (1994), Cosas del cuerpo (1999), Antígona (2000), Habitó entre nosotros (2002), Lo que queda (2005), La piedra alada (2005), Banderas detrás de la niebla (2006).
No hay comentarios:
Publicar un comentario