Néstor Perlongher |
Como reina que acaba
Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos
de un ejército y se unta las costuras de su arminio raído
con la sangre o el belfo o con la mezcla de caballos y
bardos que parió su aterida monarquía
así hiende el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó
su blondo detonar o esparcirse -como reina que abdica-
y prendió sus pezones como faros de un vendaval confuso,
interminable, como sargazos donde se ciñen las marismas
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón
o bebederos de pájaros rapaces, pero en cuyo trinar
arde junto al dolor ese presentimiento de extinción
del dolor, o una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
la certidumbre.
de extinción de extinción como un incendio
como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas el
aliento de un amante anterior, languidecente, o siquiera
el desvío de una nube, de un nimbo
que en el terreno de estos pueriles cielos equivale a un amante,
por más que este sea un sol, y no amanezca
Y no se dé a la luz más que a las sombras donde andan las arañas,
las escolopendras con sus plumeros de moscas azules y
amarillas
(Por un pasillo humedecido y hosco donde todo fulgor
se desvanece)
Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos, su
molicie, yerras por las pirámides hurgando entre las
grietas, como alguien que pudiera organizar los sismos
Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas,
como lamer el aire caliente del desierto, sus hélices
resecas
De "Austria-Hungría" (1980)
II
TITILAR DE EBONITA, las lilas de la cruz
liman del clavo la turgencia áspera
o paspan el derrame del rosario
por la puntilla del mantel.
Acaireladas convulsiones, si la medusa hincha al pez, tremola
en el remolineo la flotación de un cántico, de un cántaro.
Cantarolan por darle al óleo cenagoso
la consistencia de un velo de noche, por hurtarle
al dios de la floresta la niñez de un escándalo
u otorgarle a la red de iridiscencias pasajeras (tiemblan)
la levedad de un giro en el espacio.
Patrulla el desternillar del álamo veloz la ceremonia
al tiempo que lo desboca con incrustes de strass o lentejuela
móvil
que rayan la película devenida traslúcida.
La huida de los cormoranes
y en su lugar las mansas gaviotas del deseo,
el vértigo de los meollos
asombrillando el pajarear.
¿Adónde se sale cuando no se está?
¿Adónde se está cuando se sale?
Al lado, o de repente, la musiquilla se aproxima
y avisa que las huellas se hacen barro en la disolución del filafil,
entonces de un tirón se restablece la rigidez de la rodilla (trémula)
y el pico de la flor abre en el témpano la cicatriz de un pámpano
rajando
los valles de la misa, los alvéolos
de eso que por ser misa hubo de echarle azogue al ánade,
una mano de espejo a la destreza.
III
ENRARECIDA ATMOSFERA, el incienso
nebulosa de flores repartiendo
curva al pie de la perla el espejuelo
y la "luz de cristal", para que emerja
-princesa de las aguas- la primicia
del roce del
sereno
en el alvéolo de la vibración
se tensa, se
suspende:
ah si cuajase
en el espacio pleno de presencias
la opalina de un rimmel
que estampase, crispado sobre sí,
el corcoveo de las gibas, cuya
"fugacidad"
(vértigo corto)
casca, niagara lo nacarado del soutien
-desmenuzados hilos en el barro de nylon
pasa un Nilo
la fuerza de una bruta
corriente, un movimiento
de continuada velocidad:
sus hélices elíseas
aire al simún, palpando
nudosidades dan
el don.
De "Aguas aéreas" (1990)
Riff o Ritz
Rifado en el morir, fifado contra
el muro de la duna, desierto errante hotel: túnica lila, lienzo
tiznado de sudor, en la sofocación
de los anillos, potros
viniéndonos encima, crin
hedionda de la yeta, en yertas
habitaciones o depósitos, sobre-
viviente de una guerra interna, por
cuántos minutos, cuántos años,
carbunclos sucesivos en el chancro, en el
sarcoma de azabache buitres, so-
llozos de tísica,
jeta
contra la cristalera del bargueño.
Después Dios y toda la novela de las nubes.
Monjas flotantes, en pelota.
Asoma la brillantez estolidez
en alas flojas de cetín celeste.
Y el ácido del caleidoscopio caliginoso
o la calígine ácida del té, en
compotas suman a la planicie voladora
un nihil de figuraciones
borrosas y empantanadas.
Toda la melancolía de la tarde
no alcanza para contener
el trágico cimbroneo de la carne.
De "El chorreo de las iluminaciones" (1992)
Néstor Perlongher (1949-1992) fue un poeta y militante LGBT argentino. En su obra poética podemos encontrar: Austria-Hungría (1980), Alambres (1987, Premio "Boris Vian"), Hule (1989), Parque Lezama (1990), Aguas aéreas (1990), El chorreo de las iluminaciones (1992), Lamé (selección bilingue hecha por Roberto Echavarren (1994) y Poemas completos (1997).
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